miércoles, 16 de abril de 2008

Dr. Encausse "Papus" ALIMENTOS


“ALIMENTOS”

REALIZACION DEL SER INSTINTIVO

No necesitaremos decir que la cuestión de los alimentos preferidos adquiere verdadera importancia a los ojos de quien se consagre al estudio de los experimentos mágicos.

El ideal perseguido por el que se sujeta al régimen de alimentación que la Magia Preconiza, consiste en poner a disposición de la voluntad la mayor cantidad posible de fuerza nerviosa en un tiempo dado. El síntoma que nos revela, que la voluntad ya dispone de la fuerza que le es necesaria, se ha designado con el nombre de libertad de espíritu. En consecuencia, el espíritu libre corresponde como sensación psicológica al estado fisiológico en el que la voluntad se halla en condiciones de disponer libremente de una gran porción de fluidos nerviosos.

Pero dicho estado se manifiesta, sobre todo, por la mañana, estando en ayunas, es decir, en los momentos en que el ser humano esta menos absorbido en la labor fisiológica del cuerpo y particularmente en las tareas de la digestión.

Además veremos que la mayoría de las practicas mágicas tienden a conseguir dicho estado de progresiva desmaterialización del ser; de separación entre el organismo y el ser psíquico, y esto por medio del ayuno, la fatiga corporal y hasta la fatiga espiritual.

Por eso es necesario no olvidar que el estado psicológico del hombre en ayunas, que persigue el señalado objeto, no pasa de ser un estado transitorio que no puede persistir para las personas no acostumbradas, dado que en tales condiciones no existe renovación de fluido nérveo y las reservas del fluido que existen en el cuerpo se agotan pronto.

Para fijar bien las ideas, figurémonos al ser humano como un globo que puede ascender a diversas alturas, según fuere la cantidad de peso que debe arrastrar en su ascensión. El globo representará al espíritu, el peso al organismo y las cuerdas de amarre a la fuerza nervioso.

Los varios niveles de altura, equivaldrían a los distintos estados del espíritu.

Sabemos que la “libertad de espíritu”, solo puede obtenerse por la disminución del peso orgánico que atrae el globo de la tierra. Esto es lo que informa el modo de ser de todos los procederes místicos con relación al cuerpo, procederes que resultan pura obra de locura, si se olvida que solo pueden emplearse de una manera periódica y occidental, nunca como un régimen, nunca de un modo continuo. Yo he visto a algunas damas americanas poseedoras de una gran fortuna y viviendo en medio de un lujo increíble, que materialmente se morirían de hambre con el propósito de conseguir la desmaterialización a que querían llegar gracias al régimen preconizado por una de las tantas asociaciones místicas que florecen en los países del Mundo.

Los fundadores de semejantes sociedades, entre las que la celebre Sociedad Teosófica, de charlatanescos recuerdos, es un verdadero botón de muestra, toman de las religiones orientales y de los centros iniciáticos de Occidente los modos de proceder que sus respectivos sacerdotes y adeptos solo emplean en determinadas épocas y los aludidos fundadores impelen a sus discípulos a sujetarse al preconizado sistema de vida de una manera constante y perpetua, sin parar en a pensar en las diferencias del clima de unos países a otros, ni cuidarse del modo de ser que distinga a la constitución fisiológica del candidato a la iniciación y así sobrevienen desgracias y enfermedades de las que es victima el desventurado imprudente que se entrega a la pericia de tales “maestros”.

Progresivamente se puede adquirir el desarrollo de condiciones que permita liberar una cantidad de fuerzas nerviosas cada vez mayor, para ponerla a disposición del espíritu. Ciertamente, pero a condición de no olvidar que LA RENOVACION DE LA FUERZA NERVIOSA, esta directamente enlazada con la absorción de alimentos, esto nos conduce al objeto de nuestra exposición.

El estado de salud psíquica, se obtiene por virtud de un ARMONIOSO EQUILIBRIO ENTRE EL ESPIRITU Y ELCUERPO. Cuando sin transmisión, el ser intelectual se sobrepone al organismo, ocurre arriba una ruptura del equilibrio, con riego que puedan sobrevenir desmayos y la locura; si por el contrario el organismo es el que se sobrepone al ser intelectual, ocurre la ruptura abajo y le acompaña el peligro de la somnolencia y el atontamiento. Ganosa la voluntad de restablecer el equilibrio alterado, empleará en consecuencia distintos medios, que nos conviene conocer.

Supongamos que estando en ayunas, en ese estado de libertad de espíritu que nos referimos hacemos llegar al estomago mucha cantidad de fuertes alimentos, ¿Qué ocurrirá? Todos sabemos, que ha medida que sentimos el bienestar del hambre satisfecha, las ideas se obscurecen, luego se confunden y disminuyen progresivamente en numero y claridad. Fisiológicamente una parte de la fuerza nerviosa puesta al servicio del espíritu cambia de aplicación y el centro dinámico del hombre que antes fue la esfera intelectual del mismo, se traslada a la esfera instintiva; entonces el cuerpo llega a acaparar accidentalmente y en beneficio suyo el instrumento del espíritu, la fuerza nerviosa.

El hombre instintivo, para quien las satisfacciones del apellido constituye una especie de felicidad, dejase seducir por estos goces del embrutecimiento progresivo que de él se apodera y aun favorece la acción del cuerpo entregándose a las dulzuras de sueño. Semejante hombre llega a ser un esclavo de su organismo y no seria capaz de llegar a efecto cualquiera operación de magia. Por el contrario, la persona en quien esta bien desarrollada, lo que dominamos “La parte inteligente”, se siente molestado en sus acciones por el aludido embrutecimiento y hace todo lo posible por salir de el lo mas rápidamente que le sea posible y consíguelo cuando emplea los excitantes.

Excitar el organismo equivale a disminuir el tiempo durante el cual el cuerpo se sobrepone al trabajo de la inteligencia. Así en vez de abandonarse al sueño que afianza el predominio de la materia, el hombre de acción puede valerse de diversos medios principales:

1.- El trabajo material
2.- Substancias extraídas de la naturaleza y dinaminizadas por un medio físico, propiamente dicho, tal como: EL CAFÉ, EL TE, EL ALCOHOL, EL AZUCAR, etc...

El procedimiento natural consiste en descansar de un trabajo psíquico, entregándose a alguno de carácter mecánico, pero el método de la excitación artificial, por el uso del café o del alcohol, es el mas comúnmente empleado, no obstante sus mayores peligros.

El manejo de los excitantes requiere un estudio especial, que haremos enseguida; pero por lo pronto, nos limitaremos a señalar su existencia existencia y el objeto que se persigue al emplearlos.

El estudiante de la magia debe comenzar sus experimentos por las del consciente manejo de las fuerzas del organismo. Mas, si recuerda que tiene en los alimentos y en los excitantes los dos polos de la acción sobre su propia fuerza nerviosa, puede estar seguro de poder dar ya un gran paso. En efecto, el uso exclusivo de las substancias alimenticias disminuye los transportes del entusiasmo y permite asegurar a la persona de las atracciones del misticismo. El empleo único de los excitantes tomados en ayunas es, si, peligroso, pero permite ejecutar las obras de paciencia de las cuales es Alemania, la patria casi única.

La extensión de que podemos disponer en este reducido tratado de índole puramente elemental, no nos permite mas cabida en sus paginas a una detallada clasificación de los alimentos; por consecuencia, habremos de limitarnos a exponer lo que de un modo indispensable requiere la practica.

Se ha visto de que manera el ser humano es capaz de influir sobre la fuerza nerviosa, según este su estomago en momentos de actividad o de reposo y como resulta que el espíritu queda mas o menos independiente del organismo, según el diferente estado de funciones en que se halle dicha víscera, centro anatómico de la esfera instintiva; pero además hay que tener en cuenta la división que en los alimentos establece su origen vegetal y animal, aparte de la acción que corresponde a los condimentos como la sal, procedente del reino de los minerales. Además en nuestras regiones, el uso caso cotidiano de distintos excitantes (Alcohol, te y café) viene a proporcionar a la voluntad nuevos medios de acción sobre las fuerzas orgánicas.

El hombre resulta así, semejante al maquinista de la locomotora, que sino tiene acción inmediata sobre sus órganos de acero del mecanismo, puede, según la cantidad de combustible que le eche, producir mas o menos energía calórica y por consiguiente, originar una mayor o menor desprendimiento de vapor y por lo tanto, una presión variable que acciona las metálicas piezas de la maquina.

Lo mismo le pasa al que quiere ejercitarse en el manejo de los alimentos.

Resumamos los efectos que se producen, en los casos más generales por la acción de los alimentos.

VEGETARIANISMO

Si recordamos que el hombre es una creación de la naturaleza por ella puesta al servicio del hombre-espíritu en la existencia terrestre, sabremos que el cuerpo humano toca en los dos Reinos; al animal por las funciones del pecho y al vegetal por las funciones del vientre.

Las substancias alimenticias sacadas del reino vegetal, actúan, pues casi exclusivamente en el campo de la vida instintiva y causan, por virtud de su contante uso, un estado orgánico de calma. Para influir la voluntad en un organismo, de tal modo preparado, no ha menester de gran gasto de energía, dado que las rebeliones del ser impulsivo no son de esperar en semejantes circunstancias.

Si queréis pues abandonaros a las fantasías del ensueño; si queréis gustar esas deliciosas sensaciones que nuca obscurecen el fastidio, tomad como medio ambiente de la vida, la del campo; adoptad como régimen de alimentación el vegetarianismo; mas tened el cuidado de no beber otra cosa que agua y leche y enseguida os sentiréis dominados por una calma profunda que mata la intranquilidad de vuestras anteriores sensaciones.

Pero si deseáis llegar mas lejos y que surjan en vosotros las dormidas facultades trascendentales, añadiréis a los alimentos vegetales, el té tomado varias veces al día y entregaos a la meditación durante una hora al día, por cada mañana y cada noche y os pondréis en condiciones de conseguir fenómenos muy claros de telepatía de visión astral.

El régimen vegetariano que excluye el pescado, la carne y el alcohol puede emplearse con fruto en la vida campestre y su uso permite entonces que no se emplee otro en muchos años, lo que lejos de exponer a la persona a malas consecuencias, ahuyenta la posibilidad de ciertos peligros. Tal sistema de vida, que suprime muy pronto l resistencia del organismo a la voluntad y convierte al hombre en un ser pasivo, es de indispensable uso para el estudiante de la magia y debe ejercitarse en su empleo, consagrándose al principio en periodos de siete días y de quince después; pero habrá de realizarse, no nos cansaremos de repetirlo, viviendo en el campo o en un medioambiente de análoga clase y a cubierto de toda preocupación de orden material.

La leche, los huevos, el queso, se emplean en el vegetarianismo de larga duración; pero con los periodos de adiestramiento mágico, se suprime el uso del queso y de los huevos, porque entonces el sistema seguido es el régimen pitagórico puro.

Pero existe un detalle de la vida que describimos que tiene mayor importancia y es la época del año y el clima, aparte de haber tenido en cuenta en medio donde se realice sea el campo o en la ciudad. En los lugares fríos, mas o menos próximos al polo, el cuerpo humano no podría sostenerse con salud sin acudir al empleo continuado de las grasas y de los aceites muy densos.

La “choucroule” y la cerveza de los alemanes, es una adaptación del individuo al clima del país. En India, Egipto y las regiones ecuatoriales, la nutrición determinada por la influencia solar, basta casi y unos pocos granos de arroz sustituyen por completo al enorme plato de “choucroule” que necesita el alemán.

Respecto a la cantidad y abundancia de aceite que requiera el régimen vegetariano, deberá variar según fuera el clima donde se emplee y es necesario ser tan ignorante como un teosofista paraqué quiera imponer a los ingleses el propio sistema de alimentación que conviene a los Hindúes. La falta de observación de los preceptos del régimen deducidos de las condiciones de cada medio y década clima, es lo que ha hecho que los sacerdotes sirvan para fomentar las supersticiones alimenticias que contienen los credos religiosos nacidos en oriente y es muy curioso observar la manera con que las modernas supersticiones tienden a implantarse entre nosotros bajo la influencia del vegetarianismo.

En tanto que para el químico el ázoe es siempre el ázoe, sin que le preocupe el origen de este elemento, para el ocultista la procedencia influye en los caracteres del cuerpo químico estudiado. Si el ázoe que proviene de los alimentos animales, químicamente es lo mismo que el que proviene de los vegetales, no puede dudarse que obra fisiológicamente sobre órganos diferentes, según haya sido dado por unos o por otros alimentos, como podría demostrarlo sin esfuerzos el psicómetro. El ázoe de origen animal actúa inmediatamente sobre los núcleos celulares, mientras que el vegetal actúa sobre la periferia celular.

El vegetarianismo practicado continuamente da una nueva energía de resistencia muy grande respecto a la parte física o animal del hombre, disminuyendo a la vez en proporción considerable la fuerza de resistencia nerviosa cerebral.

El vegetarianismo resulta una verdad, una exigencia de la organización que la depura, cuando se trae de climas donde el dinamismo de la atmosfera, debido al calor del sol, sea muy sensible. En cambio constituye un positivo error y una causa grandísima de alteraciones nerviosas para los que viven en un clima falto de rayos solares y cuando sea necesaria una tensión continua del sistema nervioso.


VEGETARIANISMO SENTIMENTAL

Partiendo del hecho positivo de que el régimen vegetariano produce la calma orgánica, diversas sectas han surgido disputándose el rigor con que predican este sistema de vida impuesto a los discípulos, sin cuidarse poco ni mucho de lo que exigen las necesidades fisiológicas, las del medio ambiente y las del clima. De semejante manera han aparecido los argumentos vegetarianos de puro carácter sentimental. No es necesario destruir vidas para que el hombre pueda alimentarse, se dice y los que esto enseñan olvidan como en la naturaleza la vida vegetal se mantiene merced a la lenta disolución de los minerales y a la vida de las especies zoológicas herbívoras, puestas por ejemplo, mediante el sacrificio continuado de las plantas.

Pero un vegetal es también un ser viviente, argumenta el pontífice de otra secta y en el acto nace una nueva escuela que solo usa como alimento las semillas y las frutas: De conclusión en conclusión, los vegetarianos puros, convertidos en adoradores de una sentimentalidad inflexible, llegaran a no comer más que tierra…. Y aun podría suceder que surgieran escrúpulos.

Un poco de reflexión basta para hacernos ver que a cada instante matamos seres vivientes, en nuestros campestres deseos y en las hecatombes de vidas vegetales que se llaman siega y recolección y aun mas enorme es la mortandad cuando respiramos, en cuyo momento sumimos en el interior de nuestro cuerpo millones de activas existencias microscópicas, que pueblan el aire, de cuya vitalidad no nos queda duda desgraciadamente a veces.

Es necesario saber apartarse de estas opiniones mezquinas y comprender que el organismo humano es un conjunto de seres vivientes que para poder desarrollarse continuamente quita a la naturaleza otros seres vivientes.

Nuestro ser intelectual el Hombre-Espíritu, que solo se mantiene de sensaciones y que ni siente ni obra si no es por virtud de la fuerza nerviosa, bien puede permitirse el flujo de entregarse a semejantes sentimentalidades; pero el organismo que suministra la energía neurica, no tiene el derecho de mostrarse mas sensibles que la drosera, esa suave planta que lentamente absorbe la sangre de los insectos, que la araña que se precipita sobre las moscas y que el propio buey, ese tranquilo animal vegetariano que come sin compasión las mas delicada sensitiva hallada al alcance de la boca.

Si con toda el alma protestamos contra esas demasías del sentimentalismo es porque hemos presenciado hechos que sublevarían el sentido práctico del más ignorante patán.

En Londres en el centro social de cierta agrupación mística, hemos visto a dos de sus miembros, la condesa de W y la señora de M, que materialmente se dejaban morir de hambre por no alimentarse de seres vivientes, mientras que los fundadores de la sociedad, so pretexto de su mal estado de salud, ponianse en la mesa a comer buenas raciones de pescado, seguidas de monumentales platos de arroz y legumbres diversos. Las aludidas damas querían tener visiones y mientras tanto ambas se acarrearon una buena dosis de anemia cerebral.

En Francia hemos seguido con interés el caso de Mme. L., señora de un medico de pueblo, que había llegado a no tomar mas que una taza de leche cada día…. Siempre con el exclusivo objeto de espiritualizarse. Tanto y tan bien lo consiguió que al cabo de un año le sobrevino la muerte. La muerte por hambre. Más, debió consolarse con la seguridad de que descartados los microbios de la leche y los que respiraba, es decir, unos cuantos centenares de millones por día, ningún otro ser viviente transpuso las entradas de su organismo.

En los asuntos de la Magia practica, el gran escollo con que puede tropezarse es el misticismo, repitámoslo hasta la saciedad y esa exageración convertida en norma de conducta de las sectas espiritualistas, conduce a los adeptos a las torpezas que practican bajo el pretexto de que el alma nada tiene que ver con las acciones del cuerpo, también a la imbecilidad y a la locura por el ansia de espiritualizar el “inmundo organismo”.

El espíritu que cumplidos los hechos externos del ser humano es perfectamente responsable de todos los actos que soberanamente dirige y no puede llegarse a la pretendida espiritualización de otro modo no sea actuando paciente y continuadamente sobre las funciones orgánicas que dan origen a la fuerza nerviosa.

Antes que el individuo haya de consagrarse a un experimento de magia, practicando un régimen preparatorio de vida, sea de la clase que sea, es necesario que tenga una idea perfectamente definida respecto del fin que quiere llegar y del alcance de las fuerzas de que dispone. Tomando por base de cálculo tales factores del problema y teniendo presente las condiciones del medio y del clima, es como ha de determinarse el número de días que durara el régimen preparatorio elegido.

No debe pasarse del sistema ordinario de alimentación al vegetariano, de una manera brusca y si suave y progresivamente, suprimiendo al principio los excitantes, como el café y el alcohol, que se reemplazaran con el agua; luego se suprime la carne en una de cada dos comidas, terminando en quitarla en las dos. Conseguido esto, ya se puede acometer la suspensión del pescado y se conservara el mayor tiempo posible el uso de la manteca y del aceite.

Es necesario no olvidar que solamente durante los ocho días que preceden a la operación más difícil y larga de las experiencias mágicas, ósea la evocación consciente de las formas astrales, es cuando ha de emplearse el mas riguroso régimen de legumbres cocidas en agua sin sal, que estén recocidas por la propia mano del experimentador. En una gran ciudad llena de febril movimiento y de donde todo se realiza en las esferas de las emociones pasionales y no en la vida instintiva, como ocurre en los sitios campestres, cualquier ensayo de régimen vegetariano resulta de consecuencias desastrosas. Nosotros hemos comprobado ejemplos evidentes de anemia cerebral que se apoderó de varias personas consagradas al dicho sistema de vida de un modo riguroso y que ninguna de ellas pudo resistir mas de seis meses.

En resumen el régimen vegetariano puede si, adoptarse en nuestros climas; pero ha de ser a condición de sujetarse a series periódicas que se practicaran en el campo y apartándose siempre de toda costumbre que solo inspire el sentimentalismo.

EL REGIMEN ANIMAL

Los alimentos sacados del reino vegetal, actúan particularmente sobre el centro instintivo, como queda expuesto. En cambio los provenientes del reino animal actúan sobre el centro pasional y desarrollan de un modo considerable la resistencia del organismo contra las impulsiones venidas sea del exterior, sea de la voluntad.


Este régimen conviene, sobre todo a los hombres activos de la vida ordinaria y en pequeña proporción a los que han de sobrellevar forzosamente la febril vida de las grandes ciudades. Semejante manera de vivir tiene que ser excluida de todo sistema de educación mágica; pero será de útil empleo para aquel que quiera darse exacta idea de cómo influye en el organismo la índole de las substancias alimenticias y para verificar algunas experiencias bastante instructivas.
Transcurrido un periodo de quince días, próximamente, de vida vegetariana pura, practicada cuando la luna crece, al organismo puede considerársele situado al 0 grado desde el punto de vista de su impulsividad. Si entonces se ensaya el uso de la carne de vaca es suficiente proporción (de ¼ a 3/8 de kilo), claramente se evidencian los efectos. Pásense luego los días del régimen vegetariano para ensayar enseguida la carne de carnero, la de cerdo, etc…y sobre todo si la temperatura del ambiente es lo bastante elevada, se notaran de manera clarísima los cambios considerables que el organismo humano producen las varias especies de alimentación.


En la antigüedad se encantaba en el instante del sacrificio a los animales inmolados en los templos, cuya carne se destinaba al sustento de las personas. En efecto el sacerdote sacrificador desprendía el cuerpo astral del animal por virtud de una oración y de una ceremonia magina muy sencilla, cuidando de dar a la victima una muerte exenta de sufrimientos físicos. De esta manera, para el consumo quedaba libre de astrales influencias y de producir en las personas que la comiesen ningún mal estimulo.


En nuestros tiempos se asesina industrialmente a los animales en el seno de un ambiente de horror, de rebelión y de sufrimiento indescriptibles. Únicamente el sacrificador judío lleva a los mataderos actuales las costumbres de un criterio de verdad que conserva por tradición.


Las consecuencias de tales hechos son evidentes. Nuestros contemporáneos no solo ingieren en su organismo los principios reparadores de la carne; también absorben los estímulos del furor, de la rebelión y del embrutecimiento.


Si los profanos a nuestros estudios no quieren comprender lo expuesto, los otros lo comprenderán y sabrán porque una plegaria dicha al sentarse a la mesa, sea cual fuere la religión que tengamos, constituye un proceder fundado, lo mismo que hace siglos, en el propósito de eludir la injerencia de las malas astralidades.

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